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Libremos guerras como las libraban los mayas



Maya significa “no dolor”. En su esencia está grabado el pacifismo, el sentido común, el conocimiento científico, matemático y espiritual… Los mayas manejaban una tremenda cantidad de sabiduría.


Muchas veces, cuando miro al mundo me enfado y me desespero, porque me cuesta creer, que la especie humana, siendo la única especie animal que se supone que tiene consciencia (afirmación que no comparto), haya llevado al planeta, los seres vivos que lo habitan y a la humanidad al punto en el que se encuentra. No respetamos nada, y parece que en nuestra naturaleza está el arrasar con todo lo que se cruce en nuestro camino. Con todo aquello que haga que nuestra codicia no pueda ser satisfecha.


Nunca entendí la guerra. Personas, enviadas a matarse unas a otras para jugar al juego de la guerra, de la conquista, de la colonización. Sangre por sangre. Sangre de soldados y civiles derramada para resolver un conflicto de élites. Un sufrimiento sin sentido, y completamente evitable. Siempre pensé que las guerras deberían librarse en tableros de Risk. ¿Cuál es la diferencia al fin y al cabo? Los más altos cargos militares encerrados en una sala, mientras beben café o wiskhy. Una partida a todo o nada, representando en el tablero toda su potencia militar. Una guerra sin armas, sin sangre, y librada por aquellos que realmente tienen interés en el territorio por el que son capaces de mandar a seres humanos a morir y a matar.


Los mayas lo tenían claro. Los conflictos siempre existen, y se deben solucionar, pero la lucha a muerte entre personas no es la solución. En la gran ciudad antigua de Cobá, los conflictos por el territorio con otras ciudades de la época se libraban con un partido de Poc-Ta-Poc. El Poc-Ta-Poc era un juego de pelota que se disputaba en Cobá entre dos equipos de 4 jugadores.


La pelota de hule que se usaba estaba hecha de la resina del árbol del chicle (latex) y los jugadores se cubrían con el mismo material las partes con las que se podía golpear la pelota (cadera, codo y rodilla). El juego lo ganaba el primer equipo que consiguiese meter la bola por un estrecho aro colocado a los laterales del campo de juego. El juego duraba desde minutos hasta meses, ya que no se terminaba hasta que uno de los equipos consiguiese tal fin.


El equipo que ganaba entregaba la victoria a su ciudad, que de este modo se consideraba que había ganado la guerra. Además, los jugadores, que siempre eran de clase baja, se convertían en ciudadanos de primera, ascendiendo de estrato social y siéndoles permitida incluso la entrada al templo, al que solo tenían acceso el sacerdote y los gobernantes.


¿Por qué no hacemos como los mayas y, ya que no vamos a dejar de luchar, empezamos a librar las guerras sin que una gota de sangre manche la tierra? ¿Por qué no solucionamos los conflictos con unas partidas de truc? ¿Por qué no echando un jenga? ¿O por qué no más divertido, jugando al señor del tres?


Porque eso de hablar, de dialogar, de entenderse y de llegar a acuerdos nunca estuvo de moda, ¿verdad?


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